martes, 22 de septiembre de 2009


Tegucigalpa.- El presidente derrocado de Honduras Manuel Zelaya llegó a Tegucigalpa sigilosamente y cuando nadie lo esperaba, generando una nueva etapa en la crisis política de esa nación centroamericana.
Ayer mismo, anunció su disposición a negociar con los golpistas que lo sacaron en pijamas el 28 de junio y lo expulsaron a Costa Rica, pero la respuesta del presidente de facto Roberto Micheletti fue pedir al gobierno de Brasil, en cuya embajada se encuentra el político derrocado, que lo entreguen para someterlo a la justicia.
Poco después de imponer un toque de queda de 15 horas vigente desde las 4 de la tarde, Micheletti ofreció en cadena de radio y televisión acompañado de sus ministros, líderes empresariales y jefes militares y de policía, “respetar los derechos del señor Zelaya al debido proceso”.

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